jueves, 20 de noviembre de 2014

Tú, que eres poesía.

Y decirte que deseé que durmieras para siempre, 
para poder pasar otra vida entera observándote entre las sábanas.
 También, que me encanta que me dispares a quemarropa 
cuando aún sigo perdido en el código de barras de tus pestañas.
Que sería bonito ser marinero y patrón del barco de tu locura,
pero más bonito sería naufragar en la bahía de tus piernas.

Que eres equilibrio, tormenta y el crujir de las hojas en otoño.
Es por eso por lo que las velas tiemblan, porque sienten frío cuando te vas.
Que hay poetas encubiertos que escriben por las noches,
y luego estás tú, que eres poesía.
Que es mejor hablarte en versos, porque prefiero quedarme sin palabras 
si es tu boca la que impide pronunciar otra cosa a la mía.

domingo, 3 de agosto de 2014

miércoles, 30 de abril de 2014

Ya no es lo mismo dormir si no estás tú a mi lado.

Y llegará el día en el que seamos dos desconocidos en la oscuridad, porque todo ocurre como siempre, como cuando paso de los cielos a la pólvora mojada.
Y aunque miles de veces me da por pensar en bajar el telón, hay algo que siempre me asusta. Quizá será por la incertidumbre, quizá será por lo que siento. Porque la luz me ciega y quiero lo me hace daño. Por cualquier razón, porque lo necesito.

sábado, 8 de febrero de 2014

Será que llegó la lluvia de invierno y no te escucho cantar

A veces el viento torna su dirección,
una dirección hacia ningún lugar cada 14 de Febrero,
viene y se va, rompiendo el camino de los susurros
 que se ocupaban de equilibrar el desconsuelo.

Ya no canto en francés,
ni sueño con amaneceres en París,
y olvidé que Cupido era quien que lanzaba
las flechas que me hacían enamorarme de ti.

Pero lo que hago es vestir de largo esta imaginación,
y sacarla los domingos por la tarde a pasear,
y volver donde nunca nos llegamos a encontrar
para que te escriba como cada noche un rock'n'roll.

Y muero cada noche al acabar el compás,
y pierdo las llaves de mi habitación de hotel
para superar los vicios que nunca quise asumir,
o para disimular que echo de menos que aquí ya no estés.

Será que duermo, y desapareciste de mis sueños.
Será que sueño contigo al dormir con desconocidas.
Será que nos miramos de frente y nos damos la espalda.
Será que escueces sin doler, y tu ausencia se extraña.

Pero todo es tan diferente desde que no estás,
será que desapareciste de esta ciudad,
será que llegó la lluvia de invierno y no te escucho cantar...



miércoles, 22 de enero de 2014

Aunque siempre prometían no separarse nunca, cada tarde se despedían en el resquicio donde la muerte del Sol se funde con el nacer de la Luna.