domingo, 28 de octubre de 2012

Mi vida era su pelo

Pedí café para dos y una de las tazas todavía permanece en el mismo sitio, fría, como un cuerpo inerte que yace. Inmóvil, pero tan ardiente como el deseo de amarte que tengo desde el primer día.
Quien pudiera ser llama que no me haga enfriar en este invierno tan prematuro que se avecina, ese fuego que me abra los ojos y haga olvidar como era el tacto de tu pelo, dueña mía. Aun sintiendo que te quiero y no puedo dejar de buscarte.
Una taza de café para cada uno, un solo beso para los dos.