domingo, 21 de julio de 2013

viernes, 12 de julio de 2013

El cielo se tintó de dorado

Es otra calurosa tarde de verano que se prolongó hasta la noche. Es el mismo paisaje, las mismas ventanas y aparentemente, el mismo cielo. Es otra tarde más, contrarreloj hasta la posible despedida final.
El cielo se tintó de dorado, y yo aquí, en este pupitre improvisado, repaso versos que te dediqué, fotos que nunca fueron borradas y algún que otro recuerdo que preferiría no olvidar si la enfermedad del olvido acaso me atacara. Tus ojos eran dorados, del mismo color que el de ese cielo.
La tarde avanza y la luna empieza tímidamente a asomarse.
Son cerca de las diez, y echo de menos hablar contigo, al igual que lo hacíamos ayer.
Y ese cielo dorado se degradó hasta los colores de la noche, quizá una de esas noches calladas y consteladas, pero igual de tristes que todas las que viví en este verano. Te echo más de menos que cualquier en cualquier momento. Te necesito, eso es lo que creo.
Y la noche avanzó y se convirtió en madrugada, haciéndome sentir un poco más dependiente de ti. Me siento solo. Me falta algo. Me faltas tú, y tú no estás a mi lado.