Desafié a la incertidumbre por el miedo y el deseo de entender tu perfección desnuda,
por sobrevolar todo eso que tus ojos acaparan, tu pequeño infinito.
Perderme por los caminos que me hagan llegar al ecuador de tu cintura,
y dibujar tu silueta con mis manos hasta acabar desvistiéndote a versos.
Podría pasar mil vidas viendo como duermes para siempre
y al final morir de viejo tras ahogarme en el huracán de tu cuerpo.
Que sea tu pelo el que traiga este aire, y tu parpadeo el que ate mi tiempo.
Porque quiero amarte en la batalla. Cuerpo a cuerpo y en silencio.
Sería bonito vender mi alma para mudarme al ático de tus pestañas,
pues ya sé lo que es hipotecar mi vida, por amor a amarte.